Arrancamos sección de entrevistas Voces Palomeras con Jesús, o ‘el jefe del cole’, como lo llaman tantas y tantos peques.
En Voces palomeras queremos acercarnos y conocer un poco mejor a quienes conviven día a día con nuestras criaturas. Lo haremos a través de unas cuantas preguntas breves y molonas.

Su nombre completo es Jesús González Saldaña, tiene 59 años y en los documentos administrativos figura como Oficial de Edificios y Dependencias del Ayuntamiento de Madrid. Pero esas palabras se quedan cortas: Jesús es mucho más que eso para La Paloma. Del mismo modo que La Paloma es mucho más que un colegio para él. “Es mi lugar de trabajo, sí. Pero es también mi barrio, mis amigos, mis vecinos… Es mi casa”. Y lo es en sentido literal: tiene su vivienda en el colegio desde el año 92, tres años después de comenzar a trabajar en el centro. “¡Llevo aquí toda una vida!”, dice, sentado en la Conserjería, su ‘centro de operaciones’ desde el que tiene una vista privilegiada del hall de entrada.  Al otro lado, el despacho de la AFA, ‘comandado’ por su mujer Paloma. 

¿Sabes que a ti a y a Paloma os llaman los jefes del cole?
Un día me vinieron unas niñas y niños diciendo que el cole lo había construido el padre de Paloma, y por eso se llama La Paloma. [Ríe]. Nos hace mucha gracia. A mí me ven circulando por ahí y cuando surge algo me preguntan… Al final somos una referencia para ellos porque estamos por todos lados.

Algún peque nos ha pedido que te preguntemos:  ¿es verdad que vives en una casa dentro del cole?
Es algo que les sorprende mucho. Yo les digo siempre lo mismo: no es que yo viva en una casa en el colegio; es que mi casa es el colegio. Es la casa más grande de todo Madrid, con muchos baños, muchas dependencias… pero como me gustan tanto, les dejo mi casa para que den clase.

¿Te sabes el nombre de todos los peques?
[Ríe]. Cada vez menos porque me voy haciendo mayor y me cuesta. Cuando digo ‘bonito’ o ‘bonita’ ya es por algo… [Ríe de nuevo]. Pero me sé un tanto por ciento muy, muy alto. ¡Hace unos años, todos! Incluso apellidos. Y de padres y madres y abuelos y abuelas, a quienes tengo mucho cariño. Y eso que, con el tema de la pandemia, nos hemos visto menos.

¿Cuántas llaves llevas encima?
¡Madre mía! En mi llavero particular tengo las de mi casa, por supuesto, y de todas las puertas exteriores… Llevo unas 15 llaves. Pero en Conserjería rondamos las 140. ¡Cada dependencia tiene la suya! Y sé de memoria para qué sirven casi todas, sobre todo las esenciales. 

Cuéntanos alguna anécdota divertida.
¡Habría miles! Y todas buenas. Con los chavales y chavalas de 6º siempre echamos un partido de despedida en el mes de junio: profesoras, profesores y un servidor contra ellos y ellas. Siempre están diciendo que nos van a ganar, y ya están los de 5º diciendo que ganarán el año que viene… Mi respuesta es siempre la misma: ¡hasta que no me jubile no ganan! Uno de nuestros mayores orgullos es que vengan a vernos cuando ya han pasado al instituto, porque quiere decir que aquí han sido felices. Y siempre que pasan, recuerdan ese último partido.

¿Cómo es la comunidad educativa de La Paloma?
¡Diría tantos adjetivos! Increíble, sobre todo, porque son increíbles. También diría que es una comunidad sin ningún prejuicio y muy, muy colaborativa. Cuando dicen que Madrid es una ciudad abierta que recibe a gente de todo el mundo, pienso que este colegio es un gran ejemplo. Aquí nos da igual que vengan de otro país o con otras ideas. Es, sobre todo, una comunidad cariñosa y muy solidaria. Las primeras, las niñas y los niños, que ayudan siempre a sus compañeros. Pero también las familias, quienes trabajamos aquí…

¿Qué es lo que más te gusta de La Paloma?
La integración: aquí todo el mundo convive con todo el mundo. Es un colegio abierto y muy participativo. Y no hay nada más bonito que trabajar con niñas y niños. No son egoístas, se olvidan de lo malo al momento, dan cariño siempre y si les correspondes, siempre te estarán agradecidos. Y son muy sinceros. Y es muy bonito ver cómo van creciendo, entran con 3 años y muchos se van ya con 11 años.

Un deseo para la escuela pública.
Creo que no está valorada por quienes lo tienen que gestionar. Es un pilar de la sociedad: la educación, la sanidad… Y estos gobiernos están tendiendo a que nos vayamos al sector privado. Tiene que haber interés en la escuela pública: los que gobiernan, pero también los profesores y las familias tienen que apostar por ella. 

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